El quinto pilar de la educación es aprender a aprender, consiste en organizar su propio aprendizaje y gestionar el tiempo y la información eficazmente. Esta competencia conlleva ser consciente del propio proceso de aprendizaje y de las necesidades de aprendizaje de cada uno, determinando las oportunidades disponibles y ser capaz de superar los obstáculos con el fin de culminar el aprendizaje con éxito.

Dicha competencia significa adquirir, procesar y asimilar nuevos conocimientos y capacidades. El hecho de “aprender a aprender” hace que los alumnos se apoyen en experiencias reales y de aprendizaje anteriores con el fin de utilizar y aplicar los nuevos conocimientos y capacidades en muy diversos contextos.

A partir de esta base, la persona debe ser capaz de acceder a nuevos conocimientos y capacidades y de adquirirlos, procesarlos y asimilarlos usarlos para emprender.

Aprender a emprender es un enfoque didáctico que puede ser abordado por cualquier escuela, institución formativa  que se prepare para trabajar con metodologías agiles, basadas en proyectos,  que  se atrevan a desarrollar estrategias diferentes, puesto que el principal obstáculo que se enfrenta el profesorado  es su propio confort;  educar para el emprendimiento, es  idear algo nuevo o mejorar lo existente,  el profesorado actual, requiere estar renovado, ágil y   favorecer  el  aprendizaje de sus estudiantes basado en competencias,   que le permita  disfrutar del proceso, en un ambiente más enriquecido en con  clases ajustadas, reales y aplicables al contexto de la comunidad. Entre las actividades nuevas que se pueden  planificar están: las visitas de expertos  locales, los ejes como nutrición, reciclaje, lenguas y la preparación de la feria para final de curso.

Para educar, hay que tener preparación adecuada,  ajustarse a los nuevos momentos, dar satisfacción  a las exigencias y necesidades individuales de toda la diversidad. No existen recetas, la educación es una actividad social compleja que trasciende todos los manuales.  Por lo que nos toca construir  conocimiento con propuestas didácticas relevante e ingeniosas.

Cada estudiante en la escuela tiene que experimentar que está aprendiendo, que consolidan sus destrezas, esto provoca  satisfacción personal,  en el enfoque aprender a emprender, se negocian  las actividades, además hay metas de valoración social,  la de aprobación por parte de  profesores, sus padres o los compañeros. Sobre las metas relacionadas con la recompensa, se convierte en promotores  de motivación para conquistar otros logros.

Hay que conocer las metas  que persiguen sus estudiantes, ¿cómo influyen en sus intereses y que esfuerzos requieren para  afrontar los estudios?, determinar qué factores o variables intervienen; finalmente las pautas de actuación a seguir para motivar a los estudiantes hacia el aprendizaje escolar real y funcional.

Una escuela emprendedora concibe al profesor como el motor,  que impulsa las capacidades de los estudiantes,  planificando y diseñando experiencias de aprendizaje más que la simple transmisión de contenido, que vaya un paso más allá de la internalización del conocimiento, es decir, que lo aplique a situaciones complejas para resolver situaciones problemas de naturaleza compleja. Entre los rasgos característicos del perfil, que este enfoque plantea al docente, está el de convertirse en canalizador de las fuentes de información.

El desarrollo del espíritu emprendedor y el fomento en la escuelas son  aspectos claves que debe considerar el sistema educativo, como una política educativa a nivel nacional y en las diferentes instancias, que van desde las instituciones, decretos  y  planes de gobiernos requieren  recoger con más o menos intensidad y determinación.  La educación del espíritu emprendedor como un motor para el desarrollo de sociedades más justas, cohesionadas y sostenibles, que han de fomentar una cultura emprendedora e innovadora como camino al desarrollo, igualdad de oportunidades, y bienestar.

Promover el espíritu emprendedor, significa proporcionar conocimientos, habilidades y competencias actuando sobre su intención o disposición primera a emprender. Según el  Consejo Europeo de Lisboa, de 23 y 24 de marzo del 2000, educación en el espíritu emprendedor es el motor para una cultura empresarial más dinámica, Por otra parte la carta de Bolonia.  Asimismo, en febrero 2001, el Consejo de Ministros de Educación de la Unión Europea señala entre los objetivos futuros de los sistemas educativos, el refuerzo de los vínculos entre instituciones educativas y empresas, así como el desarrollo del espíritu de empresa en la educación y la formación.  Por su parte   (Winkel et al., 2013) sostienen que baja capacidad emprendedora en  la educación y el progreso significativo es impulsado en gran medida por la insatisfacción de los estudiantes por los enfoques tradicionales de la educación empresarial.